La Casona de los Lamentos

Horror 14 to 20 years old 2000 to 5000 words Spanish

Story Content

El pueblo de Villa Umbría yacía sumido en una neblina perpetua, como si el mismísimo cielo rehusara iluminarlo. Marcos, un joven de dieciséis años con una curiosidad insaciable y una fascinación por lo macabro, acababa de mudarse allí con sus padres.
La casa donde se instalaron era imponente, una casona antigua conocida por los lugareños como 'La Casona de los Lamentos'. Circulaban historias tenebrosas sobre ella, susurros de tragedias y apariciones. Marcos, lejos de sentirse intimidado, veía la casa como un desafío, un misterio por resolver.
La primera noche, mientras sus padres dormían plácidamente, Marcos escuchó un sonido que helaba la sangre: un lamento desgarrador proveniente del sótano. Armado con una linterna, descendió las escaleras carcomidas por el tiempo, adentrándose en la oscuridad.
El sótano era un laberinto de sombras y telarañas. Un olor a humedad y a algo indefiniblemente putrefacto impregnaba el aire. Al final de un pasillo, una luz tenue emanaba de una puerta entreabierta. Marcos se acercó con cautela.
La habitación era pequeña y redonda, con paredes cubiertas de símbolos extraños grabados en la piedra. En el centro, un altar de piedra ennegrecida parecía haber sido utilizado para rituales oscuros. Y allí, en el suelo, un libro encuadernado en piel humana, descansaba abierto.
Marcos, presa de una morbosa fascinación, recogió el libro. Sus páginas estaban escritas en un idioma antiguo y desconocido, pero algunas palabras le resultaban extrañamente familiares. '... Niños ... sacrificio ... bruja ... renacerán ...'
Una ráfaga de viento helado apagó la linterna de Marcos, sumiéndolo en la más absoluta oscuridad. El lamento se intensificó, convirtiéndose en un grito histérico. Sintió una presencia, algo invisible y maligno, que lo rodeaba.
Cuando la luz volvió a la normalidad gracias a su telefono celular, Marcos descubrió que las inscripciones del altar se movían de forma frenética, creando una imagen que cambiaba con el segundo: el rostro marchito de una bruja que reía con crueldad.
Aterrorizado, Marcos arrojó el libro al suelo y corrió de vuelta hacia las escaleras. El lamento lo perseguía, resonando en sus oídos como un presagio de muerte.
De vuelta en su habitación, Marcos se encerró bajo llave. No podía dormir. Las imágenes del sótano y los fragmentos del libro danzaban en su mente. Sabía que había desatado algo terrible.
Al día siguiente, Marcos buscó información sobre la historia de la casona y el pueblo de Villa Umbría en la biblioteca local. Descubrió una leyenda sobre una poderosa bruja que había sido quemada en la hoguera siglos atrás por practicar la magia negra y sacrificar niños.
La leyenda contaba que la bruja había maldecido el pueblo antes de morir, jurando que renacerán de sus cenizas para vengarse de aquellos que la habían ejecutado.
Marcos comprendió entonces el significado de las palabras en el libro: la bruja estaba buscando una forma de regresar, de renacer. Y él, al encontrar el libro, la había liberado de su prisión.
Durante los días siguientes, Villa Umbría se vio azotada por una serie de eventos inexplicables: extrañas enfermedades que afectaban principalmente a los jóvenes, animales que aparecían muertos con signos de rituales macabros, y un clima cada vez más opresivo.
Marcos se sentía cada vez más culpable. Sabía que era el responsable de lo que estaba ocurriendo. Tenía que encontrar una forma de detener a la bruja antes de que destruyera el pueblo.
Guiado por la información que había recopilado, Marcos regresó al sótano de la casona. Esta vez, no estaba solo. Llevaba consigo a Ana, una joven del pueblo que había estudiado las leyendas locales y que era la única que creía en su historia.
Juntos, buscaron en el sótano algún indicio que les permitiera contrarrestar el poder de la bruja. Finalmente, encontraron una inscripción oculta detrás del altar: un ritual para desterrar a los espíritus malignos.
El ritual era complejo y peligroso. Requería la sangre de un descendiente de aquellos que habían quemado a la bruja. Ana, descendiente de uno de los inquisidores, aceptó ofrecer su sangre.
Mientras recitaban las palabras del ritual, una fuerza invisible sacudió el sótano. Las paredes temblaban y los objetos caían al suelo. El lamento de la bruja se había convertido en un rugido furioso.
De pronto, una figura espectral se materializó frente a ellos: la bruja, con los ojos inyectados en sangre y una sonrisa demente.
La bruja se abalanzó sobre Ana, intentando estrangularla. Marcos, sin dudarlo, se interpuso en su camino, recibiendo el golpe en su lugar.
La bruja lo miró con desprecio, luego clavo su uñas largas y negrar en el estomago de marcos. Lo levanto unos metros con sus dos manos, riéndose macabramente.
Sintiendo que se desangraba, Marcos utilizó sus últimas fuerzas para tomar un crucifijo de su bolsillo y clavárselo en el pecho a la bruja. La figura espectral gritó de dolor y se desvaneció en la oscuridad.
Marcos cayó al suelo, débil y cubierto de sangre. Ana lo tomó en sus brazos, llorando desesperadamente.
En ese momento, una luz cegadora inundó el sótano. El lamento de la bruja se silenció. El mal había sido desterrado.
Semanas después, Marcos se recuperaba en el hospital. El pueblo de Villa Umbría, libre de la maldición, volvía a florecer. La Casona de los Lamentos, vacía y silenciosa, permanecía como un recordatorio de la batalla que habían librado.
Marcos y Ana, convertidos en héroes locales, juraron proteger Villa Umbría de cualquier amenaza que pudiera surgir en el futuro.
Aunque nadie comprendía bien por qué los extraños sucesos que habían acontecido parecían concentrarse en el embarazo de María, una joven recién llegada al pueblo que residía temporalmente en las afueras, ni por qué el médico del pueblo se negaba a atenderla. Se rumoraba que eran tiempos en que las energías ocultas encontraban grietas por donde filtrarse, aprovechando momentos de vulnerabilidad, la dulce espera se convertía a veces en un unbirth siniestro. Otros pensaban que todo era simple casualidad, la gente y su tendencia a crear historias donde no las había, o más posiblemente, no las querían ver.
Una noche de tormenta, un fuerte grito rasgó el silencio del bosque. Venía de la cabaña donde María se hospedaba. Los niños del pueblo, atraídos por el sonido, se acercaron sigilosamente. Lo que vieron los aterrorizó.
María, pálida y demacrada, yacía en el suelo rodeada de símbolos extraños pintados con sangre. Una figura encorvada, con los ojos brillando en la oscuridad, se inclinaba sobre ella.
La figura era una bruja, o al menos eso parecía. Su rostro estaba cubierto de arrugas y cicatrices, y sus manos huesudas sostenían un cuchillo.
Los niños huyeron despavoridos, contando a sus padres lo que habían visto. El pueblo entero se preparó para lo peor. Sabían que la bruja había regresado, buscando venganza, intentando quizas recrear o perturbar el ciclo natural mediante un oscuro ritual, donde la vida se invierte en un amargo unbirth.
Marcos y Ana, alertados por los acontecimientos, se dirigieron a la cabaña. Esta vez, no iban solos. Llevaban consigo a todo el pueblo, armados con antorchas y valentía.
La batalla fue brutal. La bruja, con su poder oscuro, desató una tormenta de fuego y sombras. Pero el pueblo, unido y decidido a protegerse, luchó con todas sus fuerzas.
Finalmente, lograron acorralar a la bruja en el centro de la cabaña. Ana, recordando el ritual que habían utilizado para desterrarla la primera vez, recitó las palabras sagradas. La bruja gritó de dolor y se desintegró en una nube de polvo.
Villa Umbría, una vez más, estaba a salvo. Pero todos sabían que la batalla contra el mal era una lucha constante, que nunca terminaría. La bruja podría haber sido derrotada, pero su espíritu oscuro seguía acechando en las sombras, esperando el momento de renacer. Y Marcos y Ana, junto con el pueblo de Villa Umbría, estarían listos para enfrentarla, una y otra vez, por siempre.
El médico del pueblo fue encontrado ahorcado a las afueras, una enigmática carta con los símbolo del unbirth a sus pies. Nunca se supo a ciencia cierta su participación en los macabros hechos.